Un ingenio impenitente: El archivo personal y la biblioteca de José Agustín Álvarez Rixo
Paz Fernández Palomeque
… lo que quiera que aquí escribo a este respecto
es solo parte de mi tosco ingenio.
Cuando se cumple el doscientos veinticinco aniversario del nacimiento de José Agustín Álvarez Rixo, la Universidad de La Laguna quiere honrar al insigne portuense poniendo a disposición de sus investigadores y de la sociedad canaria su archivo personal y su biblioteca.
Se ha hablado mucho de las características de su personalidad: trabajador exacto y metódico, cronista concienzudo y veraz, político comprometido, sincero y generoso, humilde y honrado, agudo e incluso a veces, ácido observador… Fue, en realidad, un adelantado a su tiempo en valorar la importancia de la custodia de los documentos, para transmitir la cultura y luchar contra el peor enemigo de los pueblos, la ignorancia. Pero lo que más nos sorprende al organizar su archivo y biblioteca es su curiosidad profunda e inagotable por todo lo que le rodeaba, que le hizo vivir una vida creativa y plena, en la que desde luego no tuvo tiempo de aburrirse y que hasta se le quedaba corta, tal y como explica en su obra Algunas tradiciones, en la que, observando cómo se va heredando la fisonomía de determinadas personas, manifiesta: «quiciera [sic] poder vivir durante algunas generaciones para ir observando…».
En 1883 muere José Agustín Álvarez Rixo en su finca de La Luz y en su testamento, fechado el 24 de agosto del mismo año, se cita «que entre sus papeles hay muchos que contienen asuntos de mera curiosidad, y encarga á los que sean sus herederos los conserven con el esmero y cuidado que lo ha hecho el testador, sin que permitan bajo ningún concepto que salgan de su poder ni aun para tomar algunas notas que de ellos necesiten sacar, para evitar de ésta manera que desaparezcan como ya le ha pasado con algunos volúmenes».
Los herederos mantuvieron su compromiso con sus últimas voluntades: cuidaron su archivo y su biblioteca y lograron mantenerlos unidos y conservados con esmero a lo largo de tres generaciones. Pero no sólo heredaron del historiador sus objetos materiales, sino también su enorme preocupación por la cultura, su interés por conservar la historia protegiendo los documentos y sobre todo su inmensa generosidad y su amor por el bien común de estas Islas. Durante todos estos años han sido conscientes de la importancia histórica y de la notable personalidad del polígrafo y han permitido amablemente la consulta de los manuscritos a investigadores en el propio salón de su casa, con las numerosas incomodidades que esto les suponía.